Olivar y Cambio Climático
El pasado 12 de mayo tuvo lugar una jornada en el MAGRAMA sorbe Olivar y Cambio Climático.
Se trataron los principales impactos que sufrirá el olivar derivados del aumento de temperaturas que traerá consigo el cambio climático y se presentaron las tendencias en Gestión Integral Sostenible del cultivo del Olivar.
Como principales conclusiones que podemos extraer están los impactos que se producirán en los cultivos y en los rendimientos de la producción, ya que se está detectando que con las temperaturas más elevadas, se producen efectos negativos (también positivos), que se van agudizando a medida que aumenta la temperatura.
Los principales impactos estarían relacionados con la alteración de los patrones de floración, que podría provocar un descenso en la fertilidad del olivo y una reducción de fruto, por aumento de la sensibilidad de la flor a cualquier tipo de estrés ambiental.
Los efectos de las restricciones hídricas, por distribución irregular de los periodos de lluvias y concentración de agua caída, que no sólo pueden provocar problemas en la cantidad y tamaño del fruto producido durante la campaña, sino que además, determinará la producción de la próxima.
La temperatura y agua disponible determinarán la calidad de la oliva, que puede sufrir cambios en la concentración de determinados compuestos.
Algunas explotaciones que practican la roturación para eliminar la cubierta vegetal, no sólo promueven con esta actividad la emisión de carbono capturado en el suelo, sino que además, promueven la erosión y pérdida de suelo a través de su lavado y arrastre en época de lluvias, al no existir vegetación que lo retenga. Con esta pérdida de suelo disminuye la fertilidad, la oxigenación del suelo, la permeabilidad, recarga de acuíferos, etc. Todos estos motivos hacen necesaria la vuelta a las prácticas agrícolas que mantienen la cubierta vegetal, ya que es la única garantía de proteger a largo plazo el sistema agrícola y la biodiversidad que sustenta.
Las empresas productoras de aceite de oliva, cada vez están más concienciadas de la importancia de su producción, y del papel que las explotaciones agrícolas tienen en el cambio climático, tanto por las emisiones, como por el efecto sumidero y de captura de CO2; por ello, cada vez son más las explotaciones que incorporan criterios de gestión integral sostenible, identifican los principales impactos que tienen lugar en sus actividades y desarrollan proyectos que disminuyen estos impactos.
Son muchas las iniciativas para medir, por ejemplo, la huella de carbono de estas explotaciones; tantas, que la Comisión Europea, está desarrollando un proyecto a través del cual, tratará de unificar criterios para medir la Huella Ambiental de los productos y poder comunicar a los consumidores cuál es el comportamiento ambiental de cada uno de ellos, ofreciendo información útil, fácil de entender e interpretar y que permita la comparativa con otros productos de la misma categoría. En concreto se está desarrollando un proyecto piloto para medir la huella ambiental del aceite de oliva, que probablemente esté listo a principios de 2017. Product Environmental Footprint.
En estos momentos en los que surgen cada día nuevas iniciativas de distintas asociaciones y organismos, que desarrollan normativa distinta, pero similar, cuyos objetivos tienden hacia un mismo punto, es de agradecer un poco de homogeneización, eliminar ruido y facilitar el trabajo a todos los que quieren mejorar la sostenibilidad de sus productos ya que la gran cantidad de normas existente, confunde.
Os invitamos a visitar la página del MAGRAMA donde están colgadas las ponencias de la jornada y podréis consultar información relacionada con algunos estudios de centros de investigación sobre el impacto del cambio climático en los cultivos de olivar o las medidas que se están implantando en algunas explotaciones con el objetivo de ser lo más sostenibles posibles, como por ejemplo la explotación Castillo de Canena que ha recibido el premio a la Mejor Compañía Oleícola del mundo, y que como podréis imaginaros, aplica un sinfín de medidas sostenibles e integradoras que buscan devolver al medio el equilibro natural, a través de la conservación del suelo y la biodiversidad, entre otras muchas cosas.
Nuestros olivares son de vital importancia, no sólo por ser una de las actividades económicas más importantes a nivel nacional, somos los principales productores de aceite de oliva y aceituna de mesa a nivel mundial; sino también por la importancia de este sector en la estructura económica y social de las zonas rurales, ya que es fuente de empleo y riqueza, y desde el punto de vista ambiental, por su importante papel como sumidero de CO2.
Pero no hay que dejar de lado la vulnerabilidad de este sector a los cambios que se producirán en los nuevos escenarios de cambio climático, y por ello, es importante conocer, tanto los impactos, como las medidas que serán necesarias tomar para hacer de estas explotaciones sistemas resilientes que continúen con su función tanto económica, como social y por supuesto ambiental.